Me
dirás “soledad”. Me recordarás que debo tratar de estar sola una parte
de cada año, aunque sea por una semana o por pocos días; y una parte de
cada día, aunque sea por una hora o unos pocos minutos, para poder
mantener mi esencia, mi centro, mi calidad de isla. Me recordarás que si
no guardo mi calidad de isla intacta en algún lugar dentro de mí,
tendré poco para dar a mi esposo, a mis amigos, a mis hijos y al mundo
en general. Me recordarás que la mujer debe estar quieta como el eje de
una rueda en el medio de las actividades, que ella debe ser
revolucionaria en el logro de esa quietud, no sólo para su propia
salvación, sino para la salvación de la vida de la familia, de la
sociedad y tal vez, incluso de nuestra civilización.
Anne Morrow Lindbergh
El Regalo del Mar
Isla Captiva, Florida, USA (1955)
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