abandonar el cuerpo es una idea fascinante

Abandonar el cuerpo es una idea fascinante. No quiero seguir viva y morir por dentro, si he de continuar en este mundo debo planear los años que me faltan. Tal vez la vejez es otro comienzo, tal vez se pueda volver al tiempo mágico de la infancia, ese tiempo anterior al pensamiento lineal y a los prejuicios, cuando percibía el universo con los sentidos exaltados de un demente y era libre para creer lo increíble y explorar mundos que después, en la época de la razón, desaparecieron. Ya no tengo mucho que perder, nada que defender ¿será esto la libertad? Se me ocurre que a las abuelas nos toca el papel de brujas protectoras, debemos velar por las mujeres más jóvenes, los niños, la comunidad y también, por qué no, por este maltratado planeta, víctima de tantas violaciones. Me gustaría volar en una escoba y danzar con otras brujas paganas en el bosque a la luz de la luna, invocando las fuerzas de la tierra y ahuyentando demonios, quiero convertirme en una vieja sabia, aprender antiguos encantamientos y secretos de curandero. No es poco lo que pretendo. Las hechiceras, como los santos, son estrellas solitarias que brillan con luz propia, no dependen de nada ni de nadie, por eso carecen de miedo y pueden lanzarse ciegas al abismo con la certeza de que en vez de estrellarse saldrán volando. Pueden convertirse en pájaros para ver el mundo desde arriba o en gusanos para verlo por dentro, pueden habitar otras dimensiones y viajara otras galaxias, son navegantes en un océano infinito de conciencia y conocimiento.

Isabel Allende

Paula, Editorial Sudamericana (2008)

Leaving the body is a fascinating idea. I will not go on living and die inside, if I am to continue in this world I should plan the years ahead. Maybe old age is another beginning, perhaps I can return to the magical time of childhood, that time prior to linear thinking and prejudice, when I perceived the universe with the exalted senses of the insane and was free to believe the unbelievable and explore worlds that later, at the age of reason, disappeared. I have little to lose, nothing to defend, is this freedom? It occurs to me that as grandmothers we play the protective role of witches, we must take care of the younger women, the children, the community, and also, why not, of this much-abused planet, victim of many violations. I would like to fly on a broomstick and dance with other pagan witches in the woods in the light of the moon, invoking the forces of earth and scaring demons, I want to become a wise old woman, learn spells and the secrets of ancient healing. It is not a small task to carry out. The witches, as the saints, are solitary stars that shine with their own light, are not dependent on anything or anyone, so they feel no fear and can fly blind into the abyss with the certainty that instead of crashing they will be able to fly. They can become birds to see the world from above or worms to see it from the inside, they  can inhabit other dimensions and travel to other galaxies, they are navigators on an infinite ocean of consciousness and knowledge.

Isabel Allende
Paula, Editorial Sudamericana (2008)